Nuria Antolín nace en Oviedo en 1995 y estudia Bellas Artes en Salamanca, ciudad en la que se forma como pintora. Al terminar la carrera, estudia el Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte en la Universidad de Barcelona. La pandemia del COVID-19 le hace regresar a Oviedo, donde estudia Grabado y técnicas de estampación en la Escuela de Arte. En paralelo funda junto a dos socias el Estudio Flechazu, un espacio que convierte en su taller, el lugar donde imparte clases de pintura y grabado, y un punto de encuentro y difusión de cultura de la ciudad.

En la actualidad, su práctica artística está centrada en el desarrollo de su obra pictórica. La evolución del paisaje como género pictórico tiene una importancia central en su trabajo. Le interesa explorar cómo se ha representado el paisaje en la pintura de otras épocas y crear una iconografía que lo muestre no ya como fondo de la actividad humana, sino como parte intrínseca de nosotros. Nuria ve el paisaje como su compañero de vida. Observa cómo ese formar parte del paisaje, nuestra naturaleza animal, nos provoca toda clase de emociones y sentimientos, nos incomoda y nos habla de quienes somos. Pertenecemos a un paisaje y nos proyectamos en él. Así mismo, el paisaje nos pertenece en el sentido de que dibuja nuestro mundo interior, crea nuestro pensamiento, se proyecta en nosotros.

La exposición está comisariada por Cristina Ramos, curadora independiente, editora y escritora afincada en Asturias. Su práctica se articula como contra-efecto de las crisis medioambientales, y de la falta de atención sensible a la que el capitalismo nos ha abocado. Está interesada en las conexiones entre las nuevas teorías materialistas, las epistemologías feministas ecológicas y las fenomenologías orientadas hacia lo corpóreo. Ha escrito numerosos textos expositivos y ensayos que entremezclan una tonalidad experimental poética y materialista, así como artículos de pensamiento para diferentes publicaciones. Entre sus proyectos recientes destacan un programa de video para Art Viewer sobre la materialidad del sueño (2022); el libro Breadcrumb (2019); las exposiciones colectivas Marine Aspirations, TACA (Palma de Mallorca, 2021); Being pulled all over the place, Scan Projects (Londres, 2020) y La inhalación de un aliento de carbono oceánico (Etopia Centro de Arte y Tecnología, 2019).

Que vuele o que pese
(Texto de Cristina Ramos, comisaria de la exposición)

Querer subir una montaña es como querer estar enamorada,
pero sin saber muy bien de quién.
Un anhelo sin objeto es lo más cercano a la belleza.
Decimos,
este monte es muy hermoso
y cuando el monte se quema entonces hemos perdido algode m
anera que la belleza se ha perdido.
Pero en realidad la belleza no tiene ataduras.

Habitar la montaña es dedicar tiempo a sus recovecos.
El tiempo cambia su dimensión completamente,
entonces el enfoque del ojo se reposa
en cosas que no se mueven.

La amplitud de un pastizal da lugar al afloramiento de una pared rocosa.
El ojo, aún con asombro, intenta dar sentido a tonalidades pardas y restos fósiles.
Todos los detalles se alzan y dejan de pertenecer a un conjunto en una imagen
de la que yo soy el punto focal, el punto focal está por todas partes.
Cuando llevas un rato observando, sabes que apenas has empezado a ver.

Tras horas de caminar en el paisaje, el devenir del cuerpo se vuelve transparente.
El pensamiento corporal pesa
y son los espacios, texturas, sonidos y olores, los que responden.
El cuerpo no se vuelve prescindible, sino esencial.
Entonces, en cuando logras entrar en la montaña.

Todo aquí es importante, incluyendo las plantas y otros animales.
No es de extrañar que, en algún momento de la evolución, el tejido blando sufriera
una mineralización que dio lugar a los huesos.
Como si el sustrato cálcico del suelo se reafirmara a sí mismo
a través de los dientes y los colmillos.

Puertas sólidas de un músculo humeante cuyas fibras de entrelazan en diferentes
direcciones, permitiendo una gran flexibilidad y precisión de movimientos,nec
esarios para hablar y para besarse.
Al igual que el río baja por la montaña y corre hacia el mar,
y las plantas crecen hacia el sol,
así fluimos, crecemos y existimos,
cuando nos mueven las montañas.

Cristina Ramos, comisaria de la exposición
Oviedo, mayo 2024