Óscar López Repiso (Valladolid, 1995) vive y trabaja en Oviedo. Ha estudiado Bellas Artes en la Universidad de Salamanca, graduándose en la especialidad de pintura con matrícula de honor. Hasta que se vino a vivir a Asturias, trabajó en su taller de Piñel de Arriba, su pueblo materno. Este aislamiento y la cercanía con sus raíces facilitan la búsqueda introspectiva en la que sigue sumergido desde que se graduó, con el fin no tanto de encontrar un camino pictórico como de construirlo, derribando, cavando y talando todo lo que se ponga en su camino. No deja de ser poético, ya que la destrucción y las posibilidades del material son sus herramientas principales a la hora de construir su trabajo artístico.

El paisaje castellano, con su particular flora y los animales que la habitan, son motivos recurrentes de sus pinturas donde la abstracción y la figuración se encuentran. Su obra está repleta de gestos violentos y enérgicos, con pinceladas se van superponiendo hasta que el caos se apodera del soporte. El resultado son imágenes llenas de movimiento y confusión en las que el horizonte colapsa en una multitud de posibilidades.

Para López Repiso, la esencia sensitiva, imaginativa y expresiva está presente en los niños y las niñas desde el momento de su nacimiento, preservando de esa forma su libertad y autonomía. Esto les permite alcanzar una asimilación del mundo pura, sin adulterar, una percepción completamente subjetiva cuya raíz es el desconocimiento del mundo. Es el “resabio” propio de los adultos el que conlleva la desvirtualización del ser, el alejamiento de la propia esencia y la individualidad. Y Óscar trata de huir de ese “resabio” en todo momento. Es entonces cuando aparece la necesidad de encontrar un espacio impermeable al mundo alienante de la adultez, donde las impresiones sean puras, sin sesgo. Es la expresión, por medio del lenguaje plástico, la que pretende devolvernos a nuestro estado primitivo.

En muchas ocasiones, el soporte sobre el que trabaja el artista es el cuaderno. Para él, es un refugio íntimo en el que se recopilan ideas, conceptos y emociones de origen diverso. Se plasman en un formato que protege al artista del exterior y de la mirada ajena, la cual deja de influir en el resultado final para facilitar al artista la expresión sincera y profunda, alejada de condicionantes externos. El cuaderno se convierte en aliado, al utilizar sus tapas como una coraza que le separa del mundo exterior. Es en este formato donde el artista se expresa sin tapujos, con la sinceridad del ser humano que se siente libre y protegido. Es el lugar dónde el creador responde preguntas, interpreta la realidad e intenta descubrir la esencia de lo que es y siente.

Comisaria: Crsitina Ramos